Taking mental health seriously

Correspondencia entre Sol (Psicología, Universidad Centroamericana – Managua) y Kornelio KABAGALE (Medicina, Universidad Católica de Bukavu)

Estimado Kornelio,

Saludos desde Managua, Nicaragua. Me llena de mucha alegría y entusiasmo enviarte esta carta y poder hablar acerca de un tema tan importante como es la salud mental. Me da curiosidad saber cómo se ven las cosas desde tu lado del mundo con respecto a lo que vivimos a diario, especialmente sabiendo que sos estudiante de último año de medicina.

Hablar de salud, ahora para mi es igual a hablar de salud mental, pues tiene mucha importancia en nuestras vidas pero este tema en mi país no se le da la importancia que merece. Lo cierto es que la salud mental se relaciona con todos los ámbitos de nuestras vidas, en lo social, emocional y nos afecta en la forma en que pensamos, sentimos y actuamos. 

Como estudiante de Psicología, me quiero enfocar en los problemas de aprendizaje infantil. Esa ha sido mi mayor motivación para estudiar porque considero que una mala base educativa o un mal diagnóstico infantil, puede llegar a convertir a niños en adultos infelices y frustrados. Pero sobre todo, adultos incapaces de entender por qué se convirtieron en lo que son.

Por experiencia propia te puedo decir que considero que la mayor frustración que puede sufrir un niño es crecer pensando que no sirve, simplemente porque no sabe hacer las cosas igual que pueden hacerlas los demás. Esto influye también en la manera en que otros te pueden llegar a tratar y la manera en que nos vamos relacionando a lo largo de la vida con otras personas.

Quizá en la etapa de la niñez, los adultos tutores y/o los mismos infantes menosprecien los sentimientos, heridas y traumas, pensando que solamente son etapas que deben de quedar en el pasado y se pueden superar sin ayuda profesional. 

Un día, de la nada, cuando no pasaba nada importante en mi vida, a mis 39 años, comencé a sentirme limitada por sentimientos de tristeza más profundos y por un sentimiento de enojo que no podía canalizar. Me comenzaron palpitaciones extrañas en el pecho y pensé que se trataba de problemas en el corazón y comencé a visitar médicos especialistas en cardiología, me hicieron un sin fin de pruebas del corazón, me mandaron a monitorear mi presión arterial y a decirme que seguramente ya era hipertensa. 

También comenzaron a hablar mis compañeras de clase del estrés, que a lo mejor tenía muchas cosas que me preocupaban como problemas de pareja o deudas. Todo estaba puesto sobre la mesa pero yo no me sentía nada bien y estaba muy asustada. 

Luego vino el Covid-19 y fue lo último que necesitaba en mi vida. Eso fue morir para mi. Sentía que me daba covid todas las noches y fue la etapa más dura que pude vivir y terminé dos veces en emergencia por ataques de ansiedad. Ya no podía estudiar, ni podía salir a la calle, ni podía regresar a la vida que tenía antes y tuve que tomar medicamentos para dormir.

Decidí con mi familia visitar a un psiquiatra porque no entendía lo que estaba pasando y me dieron medicamentos para la depresión y para dormir. No hice caso y no los tomé porque pensé que era exagerado. Preferí ir con una psicóloga y tratar de encontrar ahí la solución a mis problemas y además era uno de los requisitos de mi carrera, hacer terapia para revisar cómo estamos también los futuros profesionales de la salud mental. 

No encontré solución inmediata a mi visita a la psicóloga y ella me explicó la importancia de ir nuevamente con el psiquiatra y seguir sus recomendaciones. Lo hice porque me sentía verdaderamente enferma y comencé a tomar el tratamiento. Al pasar los primeros 30 días, me empecé a sentir mejor y seguí con mis sesiones de ambos profesionales hasta encontrar un equilibrio real. Doy gracias porque estoy bien ahora, aunque sigo trabajando en mi proceso. He aprendido a identificar la ansiedad y cómo enfrentar un ataque de pánico. Mi vida ha cambiado en muchos aspectos que me hacen sentirme una persona más segura de mi misma.

Quiero decirte que la vida se paraliza cuando no hay una buena salud mental, es algo verdaderamente grave y a lo que le tenemos que prestar mucha importancia. Soy fiel creyente y estoy convencida de que todos los problemas de nuestras vidas que no queden resueltos, un día salen y te persiguen, te atacan y se manifiestan. No podemos escondernos de nosotros mismos. 

También he aprendido por medio de la psicoterapia, a controlar mis impulsos y ser una persona más positiva, encontrando mejores soluciones a situaciones que se me presentan a diario. Yo agradezco haber tenido la oportunidad de encontrarme con buenos profesionales y me llena de orgullo lo que estoy estudiando.

Muchas personas no hablan de esto y sé que hay muchos en el mundo que no han encontrado ayuda.

Pero quiero decirte que además de estudiante de psicología, soy madre de 2 hijos, tengo 41 años.

Me pregunto, qué opinas vos acerca de tu país y este tema. Hay algo que te preocupa del futuro? ¿Crees que la nueva crisis mundial está relacionada con la salud mental? ¿Qué prioridades hay en tu país relacionadas con esto?

Felicidades por tu carrera y buena suerte!

Saludos,

Sol – Managua, 07 de septiembre, 2022

Querida Sol, 

Acabo de leer con mucho cuidado la carta que me enviaste. Me conmovió mucho su experiencia personal y su mentalidad abierta. Eres una mujer inteligente y creo que tienes las predisposiciones humanas para ayudar a los demás a sentirse mejor a través del trabajo de una psicóloga que pronto podrás ejercitar.   Creo que también puedo consultarte de vez en cuando.

Sin duda eres una muy buena madre y ellos tendrán la oportunidad de los hijos que te tendrán como maestra.

Estoy muy contento de que hayas mencionado el tema de la salud mental. Cada vez más, el mundo está tomando conciencia de que una buena salud mental es un elemento importante para tener una sociedad equilibrada con mujeres y hombres que son capaces de dar lo mejor de sí mismos si se les coloca en un entorno que no amenace la integridad de su salud mental.

Nuestro país, la República Democrática del Congo, especialmente en su parte oriental, la parte donde nací y vivo, ha estado plagado de violencia, guerras, hambrunas, enfermedades (epidemias y pandemias) durante más de dos décadas. 

Todos estos elementos, como ciertamente se puede imaginar, no pueden dejar intacta la salud mental: la población se ve afectada primero como un todo, una especie de trauma colectivo, y luego cada individuo, de acuerdo con su experiencia personal y su entorno.

Más allá de todo esto, la sociedad congoleña aún no concibe que una persona pueda estar “estresada”, “deprimida” y, lo que es peor, estar sufriendo de esquizofrenia, comúnmente conocida como locura. Los enfermos mentales son estigmatizados por la sociedad y las enfermedades mentales se consideran sobrenaturales y, a menudo, el castigo de la naturaleza para aquellos que desobedecen sus leyes.

Las personas nacen y crecen con afecciones, y dado que no todos los niños tienen la oportunidad de ir a la escuela, es difícil diagnosticar trastornos de la personalidad. De hecho, es común escuchar a la gente decir: “Juan se parece a su tío o Paola es exactamente como su tía”. Todos conocemos la naturaleza hereditaria de la enfermedad mental. Para una familia, el hecho de decir que el niño se parece a tal o cual tía o tío pasa como una agregación por parte de la sociedad del trastorno del que proviene el niño así como la tía o tío al que se asemeja.

Además, estamos en tal situación que los pensamientos suicidas cruzan la mente de más de uno, y algunos incluso toman medidas.

Más allá de eso, nuestra ciudad, nuestro país tiene poco personal. Los psiquiatras y psicólogos deben contarse al alcance de la mano. Y los consultorios de estos pocos terapeutas que existen no son frecuentados porque la población que ya tiene dificultades para consultar a un médico común solo tendrá dificultades para consultar a un psicólogo o psiquiatra. Esto no solo se debe a la falta de medios, sino sobre todo a la percepción de las enfermedades mentales por parte de la sociedad.

Nuestra sociedad, harta de sus hombres, hasta cierto punto, sí.  Nuestra salud mental es primordial en nuestras vidas. No podemos hacer nada si nuestra relación con nosotros mismos y/o nuestro entorno se altera. El mundo está plagado de guerras, violencia, epidemias y pandemias, los flujos de información que tenemos que filtrar cada día a través de los medios tradicionales y las redes sociales, todo esto, en mi humilde opinión, no puede dejarnos indemnes. Ciertamente, los tiempos de vacaciones son un momento de retiro que se nos ofrece para alejarnos de todos estos ruidos, pero creo que eso no es suficiente. Los especialistas en salud mental deben llamarnos a volver a la “humanidad”. Alejarse de nuestro smartphone o portátil de vez en cuando para acercarnos a los demás. El simple hecho de chatear con una persona puede parecernos trivial, pero salva vidas para un amigo, un miembro de la familia. 

También necesitamos alentar cada vez más a las personas a ver a un especialista cuando piensan que tienen un problema o han tocado fondo. Los jóvenes deben avanzar cada vez más hacia los estudios de Psiquiatría y Psicología, porque esto se está convirtiendo en una necesidad para nuestra sociedad.

Querida Sol,  

El placer es real para mí poder intercambiar contigo. 

Te digo hasta muy pronto. 

Kornelio KABAGALE

Bukavu, 10 de septiembre, 2022